La evolución tecnológica se ha convertido en un factor decisivo para consolidar un proceso de cambio organizacional; sin embargo, aún se deben romper paradigmas en los procesos, articular las operaciones e incorporar novedades en las estructuras de trabajo para consolidar su apuesta.
La crisis que generó el nuevo coronavirus en el sector empresarial, precipitó una transformación de manera acelerada y reactiva ante los retos en la movilidad, las diferentes medidas de aislamiento preventivo y el cambio en los hábitos de consumo y posibilidad de trabajo en las personas. Según la consultora KPMG, en su informe CEO Outlook 2020: Covid-19, el 80% de las organizaciones en el mundo, precipitaron su innovación digital producto de la pandemia. La mayoría de los directores generales consultados consideraron que estas reformas se adelantaron varios meses antes de lo presupuestado, y un 30% estima que sus compañías están hoy por delante a como estaban hace 15 meses.
La tecnología por sí sola no genera transformación en las empresas; debe ir acompañada de un completo programa de innovación que genere impacto en todas las estructuras. Los esquemas laborales actuales deberán promover el uso de las nuevas soluciones no exclusivamente como un fin, sino el camino para la obtención de metas y resultados en las organizaciones.
Una real gestión del cambio tiene relación con la digitalización de las operaciones, pero no lo es todo. Con la transformación, las compañías buscan estar a la vanguardia, incluir herramientas innovadoras tecnológicas y establecer estrategias que mejoren el rendimiento y la rentabilidad.
Para James Hernández, presidente y cofundador de Trust Corporate, “La transformación digital implica un cambio en la mentalidad de los directivos y los empleados de las organizaciones. Es una apuesta por la integración de las nuevas tecnologías en todas las áreas de una empresa y su objetivo es optimizar los procesos, mejorar su competitividad y ofrecer un nuevo valor añadido a sus clientes”.
La consultora organizacional explica cuáles son los cinco elementos fundamentales que deben implementar las empresas para conseguir una transformación sólida.
1. Plan estratégico: Los líderes de las organizaciones deben definir un esquema de trabajo que detalle los objetivos, dónde, cómo y cuándo quiere realizar estos saltos estructurales, que contenga las acciones que se van a realizar, lo que se espera y la forma en que se medirán las gestiones de cada área.
2. Talento humano: Saber rodearse del personal capacitado y adecuado que, además, lleve a que los colaboradores se sientan identificados con la misión y los valores de la organización. Ante los cambios en los modelos laborales resulta relevante mantener un buen ambiente laboral para así retener al equipo de trabajo.
3. Procesos: Algunas empresas a veces quieren crecer, pero no tienen procesos, y cuando no están formalizados se cometen errores en la gestión y eso termina afectando la calidad del servicio o el producto que ofrece a los clientes. Para realizar una transformación empresarial, cada integrante implicado requiere conocer cuáles son sus funciones y el alcance de sus acciones.
4. Tecnología: Se debe invertir en los nuevos desarrollos para estar vigentes, y su éxito radica que esta sea implementada de manera amigable y entendible tanto para la empresa como para los clientes. Cuando una compañía entiende que la tecnología es una inversión, y que en algún momento va a dar frutos, las acciones fluyen mejor.
5. Comunicación: Dar a conocer lo que se está haciendo resulta fundamental en toda transformación empresarial, ya que si los colaboradores no están al tanto, van a haber problemas. No es lo mismo decir que se va a realizar una transformación empresarial que plasmarlo en un documento, y que ese documento luego sea distribuido al resto del personal.
Por su parte, Catalina Jiménez, directora y fundadora de Sentidos Comunicaciones, agencia de relaciones públicas en Latinoamérica, destaca que las organizaciones en su proceso de cambio tienen como una estrategia transversal a su operación una oportunidad para transmitir el mensaje corporativo y fortalecer su reputación.
“En esta era de transformación digital, la reputación de las marcas debe ser manejada como la de las personas, su exposición es constante y desde las comunicaciones debemos cuidar el cómo y el para qué de cada interrelación de las compañías con sus públicos objetivo, que además se vuelve instantánea y constante por los múltiples canales. Esta era de despliegue tecnológico supone una enorme oportunidad para conocerlos, escucharlos y de esa manera construir y estrechar vínculos a largo plazo, recordando siempre que cada interacción se trata de una conversación entre seres humanos y que es a las personas a las que estamos acompañando en este cambio”, comenta Jiménez.
La seguridad tecnológica, una prioridad para el cambio
Cuando una empresa apuesta por un proceso de transformación, la ciberseguridad presenta importantes retos, como son la cultura organizacional y la individual; la capacidad de inversión para su adopción y constante actualización; el talento humano para conseguirlo, capacitarlo y mantenerlo; la falta de una estrategia gubernamental para adoptar estas decisiones.
Guillermo Carrasco, líder de ingeniería para Latinoamérica de Appgate, compañía experta en ciberseguridad, considera que hoy, ante la nueva realidad corporativa y el alto nivel de riesgo a los que están expuestas las organizaciones, una empresa deberá implementar estrategias que permitan facilitar el acceso a las actuales redes híbridas y dinámicas, tener más control sobre las conexión de los usuarios, automatizar los accesos y reducir su latencia, teniendo en cuenta que en muchas de las iniciativas se generan nuevos modelos e interacciones digitales que van más allá del perímetro de la organización, ampliándose de esta manera su superficie de ataque y en la misma vía el ciberriesgo.
“Las organizaciones deben intentar estar un paso adelante de los ciberdelincuentes. Implementar una estrategia bajo el modelo de Zero Trust, que no se traduce en cero brechas, sino que significa ‘reduce el riesgo, aumenta el control’, basada en el concepto de: nunca confiar y siempre verificar. Este modelo se enfoca en no abrir los activos, en crear un acceso condicional para las personas y en monitorearlas continuamente, sin importar el lugar donde realicen su conexión. Si no existe este control, la probabilidad de sufrir algún tipo de compromiso es muy alta”, explica el representante de Appgate.
La ciberseguridad juega un papel fundamental en el crecimiento competitivo, eficiencia operativa y experiencia de usuario, generando un constante acompañamiento en la definición y desarrollo de las iniciativas de innovación dentro de las empresas. Es un elemento clave para el éxito de las organizaciones en la adopción digital.
Latinoamérica, retos y oportunidades
Según reseñó la Cepal, en su documento: ‘Datos y hechos sobre la transformación digital’, entidad afiliada a la Organización de las Naciones Unidas y quien promueve el desarrollo económico y social de la región, en su estudio destacó cómo la covid-19 influyó en su implementación para las diferentes industrias, autoridades y gobiernos. Las diferencias en la industria tecnológica, si se compara el peso económico del ecosistema digital en el PIB, de los países de Latinoamérica (3,8%), con alguna de las 38 naciones (4,6%), que son parte de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), resulta desigual.
En 2020, el número de sitios web empresariales subió un 800% en países como Colombia y México, y un 360% en Brasil y Chile. El e-commerce creció de forma acelerada durante el último año. Un ejemplo fue Mercado Libre, compañía que alcanzo su récord histórico de 1,4 millón de entregas por día en la región durante los primeros meses de la pandemia. Además, Latinoamérica presentó un aumento del 18% en el número de empresas que incorporaron canales de venta online, plataformas de comercio electrónico, logística y servicios financieros son los sectores que han producido la mayor cantidad de unicornios.
Sin embargo, la Cepal indicó que menos del 40% de la población cuenta con los conocimientos básicos de informática, como son copiar un archivo o enviar un correo electrónico con un documento adjunto. Para actividades intermedias como el uso de fórmula aritmética básica en una hoja de cálculo, la creación de presentaciones, este porcentaje es inferior al 30%. Con respecto a habilidades informáticas más avanzadas como conectar e instalar un software, es de menos del 25%.